Epilogo -Espacio en Blanco-

Un cierto incidente había acabado.

Sin embargo, eso no significaba que el Youkai letal conocido como Aburatori había sido derrotado.

—¿¿¿¡¡¡Bhah!!!???

Como un corazón detenido suplicando por latir o un cadáver teniendo la respiración de la vida soplada dentro de él, la hermosa mujer en kimono blanco dejó escapar un gran aliento. Esto pasó debajo de un puente de metal en una parte rural occidental de Tokio donde la naturaleza todavía permanecía. Como un masaje al corazón, las vibraciones de un tren corriendo por encima sacudieron el hermoso cuerpo femenino colapsado en el terraplén.

—Eso estuvo cerca. Demasiado cerca. Si ese hubiera sido mi cuerpo real y no una copia que envié al pasado, realmente habría estado en problemas. Habría sido definitivamente aniquilado ahí.

El «tiempo propicio» para el Youkai llamado Aburatori era dos días después del incidente.

Para alguien que fácilmente podía moverse a través del tiempo, la continuidad del pasado, presente y futuro se había adelgazado. Teniéndose a sí mismo herido en el pasado no significaba necesariamente recibir la herida en el presente. El Aburatori nunca moriría a menos que este «cuerpo principal» estuviera acabado.

Sin embargo…

(Logré extraer la Versión 39 Zashiki Warashi al tomarla de la copia.)

Un ruido estático llenó el aire.

El Aburatori parpadeo una y otra vez entre ser la hermosa mujer en yukata blanca y el anciano arrugado como una luz fluorescente a punto de morir.

(Mi poder… ¡Estoy perdiendo el poder para controlar el destino! ¿¡Necesito revisitar esa villa y adquirirlo de nuevo!?)

Una figura lentamente se acercó al Aburatori.

La figura vestía un kimono azul y tenía cabello largo.

Ella era una oni con fosforescencia azulada residiendo en la punta del cuerno parecido a una navaja saliendo de su frente.

—Hola. Parece que has estado esparciendo mucho miedo. Vas a ponerme celosa así.

—¿Una Aoandon? ¿Qué está haciendo una novata como tú aquí?

—Dices eso, pero la leyenda en sí es realmente bastante vieja. Por supuesto, es verdad que únicamente fui puesta en marcha recientemente.

Esta oni llamada Aoandon había sido ensamblada semi automáticamente en un cierto incidente centrado en la Villa de las Cuatro Montañas también conocidas como la Villa Zenmetsu. Ella era la Youkai que se dice aparece una vez que el Hyakumonogatari estaba completamente acabado. A diferencia de un Youkai letal normal, su especie tiene una característica única.

El Aburatori que lucía como una hermosa mujer inclinó su cabeza escondida por el sombrero cónico con un símbolo de un solo ojo.

—¿Por qué estás aquí hoy?

—Bueno, actualmente estoy reuniendo miembros. Es por eso que estoy aquí. Estoy aliviada que sólo tuve que ir al Tokio occidental para eso. El centro de la ciudad es simplemente agotador.

—Ya veo. ¿Así que quieres mi ayuda?

—¿Hm?

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La Aoandon parecía un poco desconcertada.

—No, no necesito de basura como tú.

Por un instante, el Aburatori no podía entender lo que ella estaba diciendo.

Y sucedió un momento después.

—Gh… ¿¡Bh!?

Sangre surgió de la garganta del Aburatori y rápidamente salió de la boca del Youkai.

La delgada mano de la Aoandon perforó a través del pecho del Aburatori. Luz fosforescente azulada continuó brillando de la punta del cuerno parecido a una navaja y su expresión no cambió mucho en absoluto.

—Aunque sí estoy aquí para reunir miembros, tú no eres mi objetivo. Supongo que podrías llamarlo en ligero desvío. Vi algo que simplemente no podía pasar por alyo, así que no tenía otra opción mas que matarte. Problemático, ¿no es así?

—¿Q-qué? ¿No me digas que estás enojada…de que sea un Youkai que secuestra y mata…niños humanos?

—No, esto no tiene nada que ver con los niños. De hecho, casi siempre son niños ignorantes quienes se molestan en completar el problemático ritual del Hyakumonogatari. Sería tonto de mi parte enojarme por eso.

—Entonces… ¿por qué?

—Porque no hay nada nuevo.

La Aoandon borró toda expresión de su rostro y contestó con desdén mezclado en su voz.

—Ganaste la habilidad de controlar libremente el tiempo, el espacio y el destino, pero todo lo que intentaste hacer fue matar niños. Eso no es diferente de antes. …Si hubieras tratado de crear un reino de solo Youkai, aniquilar la raza humana o lograr algún otro reto sin precedentes, habría aplaudido y te hubiera ayudado.

—Ah…gh…

—¿Decidiste relajarte porque no tenías concepto de esperanza de vidas y tenías tiempo infinito para usarlo? Pero si no vas a cambiar, no hay diferencia entre existir y no existir. En ese caso, no sigas viviendo. Desaparece. Si te vas a insultar a ti mismo, mereces un destino adecuado.

—Ga… Gah… ¡¡Gaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!

El Aburatori gritó un grito infernal con un brazo a través de su pecho.

Ese Youkai letal con forma de una bella mujer en yukata blanca produjo docenas de brochetas de metal para eliminar a la recién llegada a quemarropa.

Sin embargo…

—Soy un Youkai letal especial que gobierna sobre el Hyakumonogatari.

La Aoandon no parpadió.

No había necesidad de moverse.

Ella no tenía conexión al destino como la Zashiki Warashi o Jinnai Shinobu, por lo que su temible nivel de poder podía ser visto con el simple hecho de que logró contactar al Aburatori tan fácilmente.

El Aburatori era un Youkai especial que fácilmente podía atacar a otros y ellos tendrían una increíble dificultad de contactarlo.

—Existo en el espacio más allá de los restos de las cien sangrientas historias de fantasmas.

La gigante organización del Hyakki Yakou fue nombrada por un concepto especial. Ese concepto era un extraño fenómeno en el cual cien diferentes especies de Youkai formarían una línea y caminarían a través de la noche. Este Youkai había tomado sin ayuda las cien historias de fantasmas, por lo que ella había alcanzado el mismo nivel por su cuenta.

—No eres más que un sólo terror, así que, ¿realmente piensas que podrías dañarme?

 

Un joven cambió de trenes y viajó hacía Tokio occidental.

Después de cruzar un puente de metal gigante, el tren llegó a una estación deteriorada.

Dejó la barrera de los boletos y miró a las montañas a los alrededores. Incluso un solo respiro era suficiente para sentir la esencia verde llenar sus pulmones. También vio un grueso océano de árboles que nadie en el negocio clandestino naturalmente imaginaría que había un cadáver o dos enterrados en ellos. De hecho, aparentemente había sido el escenario de un incidente reciente involucrando Jimmensou.

Él miró su celular.

La pantalla mostraba la transmisión de unas noticias. Los crímenes de una gran organización criminal estaban saliendo a la luz y muchas personas habían sido arrestadas. Incontables flashes de cámaras llenaban la pantalla mientras un sospechoso con su abrigo sobre su cabeza era llevado hacía el carro de la policía.

Los ojos del joven se estrecharon cuando vio al gran oficial de policía.

Era Sotobori Gaku.

Él era el niño que había estado en la escena cuando un viejo detective de policía había sido asesinado. Él había caminado en el camino opuesto al joven que había sido el asesino. El bastón había sido entregado. Después de confirmar eso, el joven que era conocido por algunos ladrones como un adivino apagó las noticias.

Alejó el celular y miró alrededor una vez más. Cuidadosamente observó las series de montañas y se concentró en una montaña en particular. Continuó a pie hacía esa montaña verde. Dejó el camino de asfalto protegido por una barandilla y se abrió paso en esa espesa zona inexplorada cubierta de árboles y maleza.

Llevó una mano a su bolsillo, agarró algo hecho de metal duro y sacó una pequeña pistola.

Esa arma había matado a alguien una vez.

Todo había acabado, por lo que ahora él moriría con esa arma.

Él había planeado esto por mucho tiempo, por lo que él no dudó. Tomó la cubierta que estaba reducida lo bastante para que un niño pudiera tomarla y presionó el bozal contra su cien. Su expresión no cambió mientras simplemente se dejaba llevar por la moción.

Sin embargo…

—Hola. ¡Y espera!

Una voz femenina inapropiadamente alegré lo alcanzó.

El joven inicialmente lucía confundido mientras se daba la vuelta hacía la voz.

Fue abordado por una oni en kimono blanco y con un cuerpo parecido a una navaja brillando en su frente.

—¡Sólo tomé un pequeño desvío! No voy a perder la razón por la que vine aquí por algo como eso. Por favor, escúchame.

—¿Qué eres? ¿Una Youkai?

—Soy la Aoandon, la jefa final. Mucho gusto. Oh, y sé más o menos lo que hiciste. Pensé que era interesante, por lo que decidí invitarte a ser uno de mis miembros. ¿Qué tal?

—No estoy seguro que se supone que diga. Estaba a punto de morir.

—Ese es el caso. —La Aoandon chasqueó sus dedos. —Es muy pronto para morir. ¿Realmente puedes decir que tu venganza está completa?

—…?

—Quiero decir, sí, destruiste una de las cuatro mayores redes. Ya sea que estemos hablando sobre el incidente original o del que alguien cambió, no creo que ningún líder secreto del grupo escapó o algo así. Pero aun así, ¿realmente todo se acabó sólo porque eliminaste una gran organización criminal?

—Ve al punto.

—¿Qué lo causó todo en primer lugar?

La Aoandon preguntó algo especulativo con la inocencia de una niña traviesa.

—Estoy muy segura qué estabas pensando. La maldad está aumentando sin parar, por lo que la maldad debe ser más fuerte y es por eso que el impotente bien está perdido. Es por eso que arreglaste la perdida de ese bien al destruir un gran mal.

Sus labios después formaron la palabra «pero» para denegar todo eso.

—Pero no estoy de acuerdo. Es porque el bien es impotente que la maldad sigue creciendo y el poder se reúne en el mal. La gran organización criminal no fue la única causa de lo que hiciste de niño. Si el viejo detective que fue sacrificado hubiera sido más fuerte, eso nunca habría pasado. Habrías sido salvado.

Entonces el joven se movió.

Removió el arma de su sien y la presionó contra el centro del pecho de la Aoandon.

—Cállate.

—Pero no puedes negarlo.

La Aoandon seguía sonriendo.

Su expresión parecía predecir la destrucción o lo que fuera el poder sobrenatural que podría contener dentro de la bala.

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—Soy una Youkai letal que absolutamente odia el estancamiento y el estatus quo. Así que… ¿lo ves? Si deseas cambiar el mundo, te aplaudiré y te ayudaré. Tu venganza no terminará con sólo derrotar el mal. Sólo llegará a su fin una vez que extermines ese frágil bien y lo reemplaces con poderosa justicia. Eso hará regresar todo lo que te indujo a sufrir.

—…

—Así que, ¿qué harás? Si deseas el estancamiento y escapar, está bien. Pero no necesitas cometer suicidio. Te mataré yo misma con extra servicio de odio. ¿Cuál prefieres?

—Ya veo.

Él pensó que pocas personas terminarían como él si destruía ese gran mal. Pero él había sido muy ingenuo. Si el bien permanece débil, caería presa de algo más eventualmente. Sus acciones no habían cambiado nada. Él dejaría atrás unos cuantos pedazos de auto satisfacción, pero el ciclo de tragedia continuaría.

—Entiendo tu punto y admito que al menos vale más la pena que suicidarme aquí. …Así que, ¿dónde comenzamos? Después de fanfarronear así, supongo que tienes una metodología específica en mente.

—Bueno…

La Aoandon arbitrariamente miró hacía los cielos y levantó su dedo índice.

—Primero, ¿qué tal si me dices tu nombre? Yo, por supuesto, ya lo sé, pero quiero oírlo de ti.

—Saiki Kazu. Soy un ex asesino, ex adivino y ex suicida, pero ahora estoy simplemente desempleado.

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